domingo, 1 de noviembre de 2015

Premios: "Soy el mejor del mundo mundial y que lo sepa todo el mundo"

¿Se hace "De guionista a cuentista" un harakiri?

Siempre he sido uno de esos que no sabe tener los pies en la tierra. No debería tener más de diez años y ya me estaba preparando el discurso para cuando recogiese el Óscar. Con el tiempo, lo he ido repasado muchas veces y le he ido añadiendo matices. Porque tenía clarísimo que ese día llegaría más tarde o más temprano. Vamos que de ego no andaba corto.
 

“And the winner is…” Todos rompiendo a aplaudir, conmovidos ante tal acto de justicia. Frente a la entregada audiencia cito a Kubrick, a Takeshi Kitano, y hasta me pego una marcada con Kurosawa. Y para rematar suelto algo así como "A todos los niños que creen que los sueños son imposibles, desde aquí os digo que sí, que se puede". ¡Toma discurso, Trueba!

Como veis, no tenía problema en dejarme crecer las alas. Pero tanto volar, el tiempo no hace prisioneros y te llena de piedras los bolsillos. Quizá por el peso, quizá por cinismo, me he ido dando cuenta de que no me viene mal bajar al suelo de vez en cuando, y aceptar que no soy Hitchcock reencarnado,  que no voy a tener a Spielberg pidiéndome autógrafos ni a la Scarlett Johansson persiguiéndome cual groupie rockera. Con esto no quiero decir que haya vencido mi egocentrismo. Ni mucho menos. De hecho, mi buen amigo AZG me ayuda de vez en cuando a centrarme, recordándome que no debo estar pendiente de si un relato se lee más o se lee menos. Una difícil lucha la de este hombre ante un caprichoso como yo. Bendito.